Segunda vuelta electoral en las presidenciales #HablemosEnSerio
Por Alberto Avilés
Recuerdo a inicios de la carrera estar una mañana en la materia de “Marco Legal para los Negocios”. Después de la lección, surgían temas que como siempre, los estudiantes solemos platicar de todo. En ese momento el tema era cómo le iría como presidente a Enrique Peña Nieto. Unos lo veían muy bien, unos como un retroceso, otros lo veían como alguien muy popular pero incapaz, y algunos como alguien con una visión de estadista. Todo terminó cuando un compañero dijo: “Pues digan lo que digan, nos guste o no, la mayoría de los mexicanos votaron por él.” Hubo silencio, hasta que el Dr. Humberto, muy bien, señaló que realmente EPN solo había tenido un 38% de votación, es decir si lo vemos de la manera objetiva, un 62% de los votantes, es decir la mayoría, no quería a EPN, y votó en su momento por Andrés Manuel Lopez Obrador, Josefina Vázquez Mota o Gabriel Quadri. Este inconveniente, se podría solucionar si en México tuviéramos en nuestro sistema electoral, la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Una segunda vuelta consiste en que si en la primera votación, ningún candidato logra obtener más del 50% de los votos, se elimina a todos los candidatos y solamente se dejan a los 2 con mayor votación y se vuelve a hacer una votación y de esta manera se asegura que un candidato tenga más del 50% y en consecuencia otorgándoles mayor legitimidad a él, a su futura administración y plan de gobierno. Pero, ¿Realmente se necesita? Considero que sí, y cómo dicen: “era para ayer”.
En el año 2000, el 90% de los votos fueron recibidos por el PAN, PRI y PRD, y los restantes por pequeños partidos políticos. Sin embargo ya en el 2015 los tres viejos partidos solamente se llevaron el 51% de los votos. Esto genera mucha división y fragmentación, que en el peor de los casos puede dejar muy divido al país. El caso más controversial fueron las elecciones federales del 2006 donde el candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa, logró conseguir la victoria pero por un estrechísimo margen de poco más de 0.5%. Es decir en un país de más de 100 millones de habitantes, poco más de 200,000 votos eligieron al siguiente presidente. Todos recordamos el conflicto electoral de hace casi 15 años, estoy convencido que si hubiera existido una segunda vuelta electoral, no hubiera existido semejante conflicto y ya sea Felipe o Andres Manuel hubieran llegado a la presidencia con un gran consenso entre la población.
La mayor parte de las democracias con sistemas presidencialistas cuentan con una segunda vuelta electoral. Inclusive en America Latina, la mayoría de los países cuentan con una segunda vuelta: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Costa Rica, etc. Es más, sólo Mexico, Honduras, Panama, Paraguay y Venezuela no cuentan con segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
Aunque parece que en las democracias, la segunda vuelta suele ser la norma, aquí en México es un tema tan distante y lejano que la mayoría de la gente desconoce y por ende los legisladores no tienen ningún interés en ponerlo sobre la mesa. Históricamente, el PRI, partido que hoy se encuentra en su momento más bajo, gobernó durante más de 70 años nuestro país y siempre se impuso contra la segunda vuelta que reclamaban sus opositores. En nuestro país habiendo tantos partidos siempre se diluyó el voto pero en una segunda, el PRI tenía miedo de que “le echaran montón” y no hubiera ganado nada.
Hoy en día, ese PRI poderoso de décadas atrás, es solo una 3ra fuerza política muy débil y disminuida a comparación del PAN, 2da fuerza y MORENA, 1ra fuerza política (tiene la presidencia, mayoría en el senado y cámara de diputados, mayoría en los congresos locales y lo más probable es que el próximo año sea el partido que gane más gubernaturas). Esto representa sin lugar a dudas una oportunidad histórica para poder implementar un cambio que beneficiaría a los votantes, a los partidos políticos y a los futuros presidentes, ya que les daría mayor legitimidad y una mayor validación ante los electores. Ganarían de una mejor manera debido a que ahora sí, la mayoría de los mexicanos votó por ellos y eso se traduciría en un mayor capital político.
El INE (Instituto Nacional Electoral) que hoy en día es muy criticado, es sin lugar a duda una de las mejores instituciones que existen en México. Es un ejemplo para muchos otros países y ha sido un logro de la lucha por la democracia. El INE ha garantizado imparcialidad, alternancia y transiciones democráticas que en el 2018 le permitieron al entonces candidato Andrés Manuel Lopez Obrador ganar con una inmensa mayoría las elecciones, ganó con más de 30 millones de votos y un 53% de los votos (en este caso no se hubiera necesitado la segunda vuelta). Menciono al INE porque es la institución que organiza nuestras elecciones y sería responsable de organizar la segunda vuelta. No hay que olvidar que desde tiempos de José Woldenberg (en el entonces IFE) hasta Lorenzo Córdova, el INE organiza pero nosotros los mexicanos, los “ciudadanos de a pie” somos los que contamos los votos.
Ahora le corresponde al Presidente y a sus aliados en el congreso hacer honor a lo decía Winston Churchill: “un político se convierte en estadista, cuando en lugar de preocuparse por las próximo elecciones, empieza a preocuparse por las proximas generaciones”. Una segunda vuelta en las elecciones presidenciales sería un gran legado para la democracia de las siguientes generaciones. Se tienen los medios (mayorías en el congreso), la aprobación (la mayoría de la gente esta de acuerdo) una institución capaz de organizarla (INE) pero falta la intención política. Este es un tema que los coordinadores y líderes políticos en la siguiente legislatura deberían de ponerlo sobre la mesa. Por el futuro de Mexico, por la democracia y sobretodo por nuestro bien.
Pie de Página: Estimado lector, cabe mencionar que el candidato que logra más votos en la primera vuelta, no siempre es el que gana en la segunda vuelta. Por mencionar un ejemplo, en las elecciones presidenciales de Perú en el 2016, la candidata Keyko Fujimori logró obtener el 39% del voto. Casi 20 puntos por encima de su rival más cercano. Sin embargo en la segunda vuelta, los peruanos eligieron como presidente a Pedro Pablo Kuczynski. Ahí es donde se hacen las alianzas electorales, los tratos entre líderes y las negociaciones necesarias. Así funcionan las elecciones. La democracia es un ejercicio donde siempre hay perdedores y ganadores. Así de sencillo.