Disponibilidad #BajoPresión

Por A Opinión Magacín

Por Edilberto Aldán
Annus horribilis, año inaudito y terrible, 2020 en que la atención a la urgencia y a la emergencia dejará daños gravísimos a la vida de todos, daños que necesariamente modificarán las relaciones en todos los ámbitos y a todos los niveles. Ante la necesidad de atender una situación crítica mezclada con su obligatoria inmediatez y mediante una colaboración colectiva hemos dejado de pensarnos en el mundo y en relación con los otros.
Más allá de la pandemia, la humanidad enfrentaba el reto de la duplicación del conocimiento, que con la creación de internet pasó de duplicarse en siglos a hacerlo en años, algunos cálculos indican que en 2025 el conocimiento se duplicara en meses, otros señalan que ya en este año lo hace cada 73 días; el reto nunca ha estado en la adquisición de todo el conocimiento sino en la adaptación y uso que hacemos de todas esas posibilidades, sería insano e inútil considerar que esa es la tarea que debe emprender una persona; a lo que la duplicación del conocimiento sí nos obliga es pensarnos en relación con el desarrollo tecnológico y la forma en que incide en nuestras relaciones sociales.
La pandemia, ese alto obligatorio que se tuvo que hacer para la toma de decisiones que atendieran la urgencia y la emergencia, tiene como consecuencia la necesidad de una nueva normalidad establecida sin una reflexión sobre la normalidad en que nos veníamos desenvolviendo, pensar críticamente sobre el mundo en que vivimos y cómo ejercemos nuestros derechos y obligaciones.
Un ejemplo de las miles de cosas de las que alejamos la atención por la pandemia: la idea de disponibilidad a la que nos obligan los dispositivos móviles, desde hace unos años una gran parte de la población pareciera que siempre está disponible, la verificación de entrega y lectura de la mensajería instantánea nos obliga a una respuesta inmediata. En las relaciones personales esta inmediatez obligatoria ya ha afectado la interacción social, basta recordar cuántas veces al responder un mensaje se prioriza una justificación sobre las razones que demoraron la respuesta, antes que la resolución misma
Esta ausencia de distancia se complicó con la pandemia, en tiempos de home office ya siempre estamos disponibles, se han perdido las fronteras entre lo íntimo, lo privado, lo público y lo social; ya no se piensa en la jornada laboral por horas, hemos perdido esa referencia. En un principio, el contar con un dispositivo que permitiera atender el trabajo sin importar la ubicación física parecía una mejora para los trabajadores, no habría pretexto para mejorar nuestro desempeño y la productividad; ahora es un factor que esclaviza al diluir los límites, ¿cuántas veces se responde a un mensaje del trabajo a deshoras, fuera de nuestro horario laboral?
Hace apenas unos años todavía discutíamos sobre la necesidad de establecer límites entre los ámbitos personal y laboral, hoy que en especial las redes sociales modificaron a las personas y su forma de conectarse con el mundo, el empleador no se detiene un momento para considerar la pertinencia de una petición a su trabajador a la hora que sea, sin importar que en el mensaje se establezca que cumpla con la instrucción en el horario laboral, el hecho mismo de la antelación regresa al individuo a su condición de empleado, ya está pensando en el trabajo aunque no esté ahí, por tanto, ya está trabajando.
Otra de las consecuencias de la pandemia es que el paro de la actividad económica, la recesión y los empleos perdidos amenazan a todos, a la incertidumbre sobre nuestro futuro laboral hay que sumar el abuso que las empresas hacen de nuestra condición, ya no se nos permite exigir nuestros derechos, a la frase de que allá afuera hay diez que quieren tu puesto y lo harían por menos dinero, hay que sumar que se considera una impertinencia el señalar que no estás disponible para realizar un trabajo fuera de horario laboral, porque entonces se pone en duda el compromiso profesional del empleado: si puede hacerlo, debería hacerlo.
La pandemia se va a resolver, vamos a salir de esta, siempre lo hemos hecho; lo que no está muy claro es en dónde vamos a quedar y cómo cuando se establezca la nueva normalidad si nos rendimos ciegamente a lo que diga nuestro empleador, cuando no hablamos sobre responsabilidades y derechos.
No solamente se trata de pensar en leyes laborales, es indispensable pensar en esta forma de relacionarnos como un asunto de salud mental.
Coda. No, cansancio no es… escribió Fernando Pessoa: “No, cansancio no es…/ Es que yo esté existiendo/ Y también el mundo, / Con todo lo que contiene, / Con todo lo que en él se desdobla/ Y que es por fin lo mismo variado en copias iguales.”, el poema finaliza: “Porque oigo, veo. / Lo confieso: es cansancio”.


@aldan