El club swinger de Aguascalientes
Por Bere del Río.
Obedecí con sumisión, del artefacto solo dijo: “¡ya verás!”
Nunca hubiera creído que existía un club así, menos aún que estuviera en segundo anillo, a la vista de todos. Fue gracias a Rodrigo, lo conocí en La soberana, era hermoso: alto, blanco, cabello y barba negros y una mirada penetrante; aunque iba acompañada de mi esposo, la voz hipnótica y varonil que lascivamente combinaba con una mirada, me hizo encontrar la manera de dejarle mi número.
No transcurrió ni una semana cuando estaba pasando por mí en su camioneta blanca con vidrios polarizados. Respirar su loción, de inmediato me hizo humedecerme, había una bolsa de regalo, adentro una pink pill, acompañada de un artefacto rosa pequeño con forma y tamaño de una fresa; cuando él vio mi cara de desconocimiento abrió la hielera y con una caribe cooler me ordenó que me tomará la pastilla, obedecí con sumisión, del artefacto solo dijo: “¡ya verás!”.
Condujo hasta el sur poniente de la ciudad, sobre segundo anillo, al llegar me prometió que esa noche cambiaría mi vida, tomados de la mano nos dirigimos a una casa justo en la avenida. Abrió una mujer con un vestido transparente, sin ropa interior, nos condujo al lobby donde corroboró que apareciéramos en una lista de acceso. Parecía un antro común y corriente, un lounge con dj, pero al avanzar llegamos hasta una alberca con muchas parejas bailando, y la mayoría de los vestidos permitían ver absolutamente la anatomía femenina, también había besos entre ellas y unos cuantos toqueteos.
Como si nada más estuviesen esperando por nosotros, se apagaron las luces y salió una stripper, quien no solo bailaba, sino que interactuaba con todos los asistentes, cuando se acercó a mí, mi excitación era tanta que comencé a tocarle delicadamente las tetas y ella me comenzó a besar, él se acercó a nosotras y comenzamos a tocarla entre ambos, yo sus suaves y firmes pezones, él su vulva y clítoris, nos jaló a la pista, ¡Éramos los nuevos! Tomé un dildo el cual introduje con miedo en su vagina, mientras él la tocaba de todas las formas posibles, verlo embriagado del poder que le daba tener a la stripper en sus manos, mientras yo la penetraba, era simplemente apasionante.
El show debía continuar, así que nosotros pasamos a nuestros lugares y ella se masturbó con el dildo hasta que hizo squirt, los ánimos de todos estaban hirviendo, una pareja bastante atractiva se acercó a nosotros y ella me comenzó a besar, nos desnudamos, ella se baja a hacerle sexo oral a su hombre y para mí fue irresistible ver esa verga erecta y no quererla probar, así que la acompañé, la expresión de su pareja nunca la voy a olvidar, nos veía con tal excitación y lujuria que literalmente yo escurría.
Él, mi pareja, se puso detrás de mí y me penetró, juro que ya era inminente y necesario sentirlo y fue simplemente sublime, su verga dura dentro, mientras ella y yo lamíamos la del otro guey y al mismo tiempo jugueteábamos con nuestras tetas; no solo la sensación física fue fantástica, sino que en ese momento me sentía empoderada, plena; capaz de dar placer a dos hombres y saberme vista con deseo por muchos más. Finalizó el oral cuando él terminó en nuestras caras, ella y yo nos limpiamos dulcemente y nos acomodamos para que pudiera probarla a ella, mientras él seguía dándome de perrito.
Me bajé y comencé a mover mi lengua con unos circulitos lentos en su clítoris, me excitó ver como su respiración aumentaba y su vientre palpitaba, así que opté por mover mi lengua verticalmente con intensidad y tocarle sus tetas pequeñas de pezones rosas; me maravilló verla terminar, fue un triunfo, nunca se olvida la primera vez con una morra. En ese momento, él, me levanto, me puso contra el muro, prendió la bala vibradora en mi clítoris (el artefacto rosita antes descrito) y me cogió delicioso. Tuve cinco orgasmos seguidos, hasta que él terminó.
Vimos el reloj y pasaban de las 3 de la mañana, habíamos llegado a las 11. Era hora de ir a casa. Ese día vi una stripper, conocí un club swinger, penetré a una mujer, hice venir a otra y me sentía una diosa. Efectivamente, él, cambió mi vida.