Somos rebeldes, somos sororas

Por A Opinión Magacín

Por Lineth Franco Barraza

Cuando me pidieron escribir sobre el 8M hice una lista de temas de los que quiero hablar, empecé por el básico, derechos laborales, derechos sexuales, feminismo, mujeres que me han inspirado, feminicidios, mujeres que ya no tienen voz… Y al final me di cuenta que todos esos temas se hilan uno con otro, los temas relacionados con las mujeres son una red tejida de sororidad.

Y aunque parezca que este término acuñado por Kate Millet es los 70´s en la segunda ola del feminismo es muy reciente, la realidad es que fue nombrado desde 1921 por Miguel de Unamuno en su novela Tía Tula para definir el amor de hermana. En México, Marcela Lagarte usó la versión en español SORORIDAD vista desde el color morado, o sea, desde el feminismo, y lo explica (mi definición favorita) como “una forma cómplice de actuar entre mujeres”, así, la soridad se vuelve un acto político.

Con el surgimiento de tantos movimientos a favor de las mujeres como las marchas, los performance, el paro nacional, etc. la sorodidad ha impregnado la conciencia colectiva del género femenino, y a veces hasta del masculino, ¿cómo? Se ha generado mas solidaridad, mas empatía, y acercamiento entre nosotras. Con esta nueva forma de pensar y actuar estamos dejando atrás la famosísima frase “una mujer es la peor enemiga de otra mujer” con la que hemos crecido desde hace generaciones, ¿cuántas veces no te han dicho que las mujeres somos competitivas, sisañozas, hirientes y traicioneras entre nosotras? Y este estereotipo de mujeres vs mujeres esta reforzado por todos lados, series, películas, publicidad… Uno de mis ejemplos (y películas) favoritas es la famosa y aclamada “Chicas Pesadas”, donde la sororidad es inexistente. ¿Cuántas películas con protagonistas hombres existen que reflejan la lealtad que hay entre ellos y sus grupos? Nuestra sociedad invisibiliza la hermandad entre mujeres, por eso empezar a ser sororas es un grito de rebeldía hacía el sistema que nos ha puesto a pelear entre nosotras.

Gritos y consignas como “la de al lado es compañera no competencia”“si tocan a una, nos tocan a todas” o “por mi y por todas mis compañeras” ha empoderado el sentimiento de acompañamiento en procesos de violencia de género, feminicidios, violencia sexual, y muchos otros.

            En general, las mujeres somos por naturaleza colaboradoras, amables y hasta amigas entre nosotras, y actuar con sororidad simplmente es reconocer que al ser mujeres, tenemos elementos de opresión, discriminación, desprotección, en común con otras mujeres, hasta con la que te topas en el transporte público.

            Justamente de aquí es de donde nace el espíritu del feminismo, la solidaridad como lucha contra el sistema que favorece al hombre, cuando las mujeres pactamos en voz alta, redes sociales, en silencio o en actos dejar de ser competición y empezar a ser contribución, nos cuidamos entre nosotras.

La alianza entre mujeres es un poder de cambio, ya que es una nueva forma de mirar a las que te rodean, reconocernos desde el respeto, el cuidado y la creación de redes; así es como conseguiremos tener mujeres representantes que entiendan la importancia de la igualdad de salarios, derechos laborales, acoso, violencia, etc.

En la antigüedad se usaban espacios destinados exclusivamente para mujeres, como las carpas rojas o los temazcales donde se honraba el linaje femenino y se realizaban prácticas sororas; esto esta en nuestros genes, solamente tenemos que recordar que entre mujeres nos apoyamos, nos ayudamos a crecer, y a ser cada día mas nosotras mismas,  orgullosas de dejar de escondernos para visibilizar la potencia de ser hermanas.

Decía Julio Cesar “divide y vencerás”, pues no, hoy ya no estamos para seguir divididas, hoy decidimos reconocer la magia y la potencia de la que camina a mi lado y hacer equipo. Ahora queremos reclamar espacios seguros para sentirnos comprendidas, apoyadas y sobre todo no juzgadas o disminuidas cuando nos expresamos o cuando sentimos.

La sororidad no es tan compleja, está al alcance de ofrecer una aspirina a una chava que escuchaste en el baño decir que tenía dolor de cabeza y sonreírle.