Súcubo de Onán
Cuéntame un historia de miedo, presenta una historia original de Gabriel Soriano para el A Opinión Magacín
La consciencia ha cerrado los párpados del reloj, sin embargo, el subconsciente se esconde en las ocho esquinas de la habitación.
Del piso asciende un frío obsceno. Abres los ojos, pero no puedes moverte, tu piel es una sábana maleable y junto con el pliegue de algodón resbalan hasta caer al piso.Inhalas profundamente, el aire es una lija gruesa que desgasta tus pulmones.
Hilos delgados de calor acarician tus tobillos, tus manos, tu pecho, suben hasta enredarse con tu cabello. No hay un segundo cuerpo, solo sombras que invaden tu letargo. Un par de sombras cóncavas caen sobre tu torso, en tu cuello se plasman besos corrosivos y sus manos impacientes buscan los vacíos de tus poros.
Tratas de articular alguna oración, pero las palabras se condensan cuando salen de tu lengua mojando tu almohada y su sexo. Sus labios murmuran en tu entrepierna, gritos secos, que oscilan entre el placer y el dolor, golpean cada uno de los muros de la habitación.
Ella aprovecha para escabullir su lengua larga en tu garganta, como si una serpiente bajando en una madriguera.Te rasga la piel, profundos canales de sangre fluyen por y confluyen debajo de tu ombligo, ella bebe desembocada sobre esa erección para saciar su sed.Un golpe seco choca contra tus tímpanos, es la cruz de madera que cayó al piso.
Tus pestañas pesadas están trenzadas, tus labios sellados con cicatrices. Tu sudor logra despabilarte, sientes la humedad en tus muslos, demonios mestizos se gestan en otro cuerpo.