De ociosidad, arte y otros vicios: ¡Viva la Fiesta Brava!
Dedicada a una de las hijas predilectas de Aguascalientes: Mamá Amparito
“La Tauromaquia es de todas las bellas artes, la más ortodoxa, pues es la que más prepara el alma para la contemplación de las grandes verdades”
Miguel de Unamuno
El lunes próximo anterior, el Congreso de Nuevo León designó a la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, sin duda una noticia para celebrar; no obstante, celebro con mayor entusiasmo que Aguascalientes la haya declarado de la misma forma desde la administración del Ing. Carlos Lozano de la Torre en 2011, quien sensible ante la tradición taurina del hidrocálido, blindó a nuestra Fiesta Brava ante los diversos ataques de los partidos políticos que con fines más electoreros que legítimos, se han subido a la ola de los auto proclamados animalistas, buscando la abolición del toreo en la entidad y con ello, contribuyendo a la desaparición del toro de lidia.
Dicho blindaje ha sido un acierto a todas luces, pues que no quepa duda que la tauromaquia es una expresión cultural riquísima en la que impera la voluntad artística para demostrar la gran paradoja de la condición humana: que la muerte es intrínseca a la vida.
Actualmente la Tauromaquia es un ejercicio subversivo en un mundo donde prevalece la inmediatez y la frivolidad; el toreo se convierte en un recordatorio de nuestra condición humana, de que no todo es ni debe ser digital; que la entrega, valentía y arrojo con la que un hombre se planta y enfrenta ante un animal que le puede arrancar la vida, se traduce en una bella danza artística que despierta en el espectador las más profundas pasiones y reflexiones de los dolores ancestrales de la humanidad, se trata de la puesta en escena donde el hombre con libre albedrío, se enfrenta a la fatalidad y al engañar al toro, engaña a aquella también.
Aguascalientes es la capital del toreo en México y se cimenta en tener el Serial más importante de Latinoamérica durante la Feria Nacional de San Marcos, donde los taurófilos de toda la República se dan cita y al calor de una buena faena, toda la arena vibra y al unísono se escucha el ya clásico: ¡Viva Aguascalientes´n!
Cierro esta columna con las palabras de Mario Vargas Llosa: “Cuando Júpiter, para raptar a Europa, decidió tomar las formas de un toro bravo, aquello no podía llamarse arte. Era una acción excepcional, embellecida por la audacia, el coraje y el riesgo, pero carecía de coreografía, ritmo, liturgia, y, sobretodo, del empeño primordial de arriesgar la vida no por arrojo y valentía, sino principalmente para producir belleza, imágenes cuya delicadeza, elegancia, destreza y armonía no eliminan la violencia, pero si la subliman y trastocan en arte”