Reflexión sobre el patrimonio

Por César Trinidad Siguenza

Durante mi vida, he observado muchas cosas que me ponen a pensar, desde niño veía como mi padre se iba temprano a trabajar para obtener el sustento (recuerdo bien y lo valoro), también mi madre trabajaba lavando ropa y haciendo labores domésticas en casas ajenas, siempre lícitamente, cosa que reconozco y agradezco infinitamente a mi progenitora.

Después, con grandes esfuerzos, nos hicimos de un puesto de dulces en el “crucero” de mi pueblo, el cual, era atendido por mis hermanos, siendo nosotros unos pequeños, aquí utilizaré esta palabra, “patrimonio”.

Ese era nuestro patrimonio, el puesto de dulces que tanto nos brindó, pudimos salir adelante más holgadamente, pero requería mucho trabajo, dedicación y entrega, inclusive conseguimos una caseta metálica porque con el tiempo creció, pero a alguien no le gustó y un buen día, ¡nos robaron!, abrieron la caseta y se llevaron todo cuanto pudieron, ¡acabando con ese patrimonio!, mi madre ya no quiso levantar el negocio, estaba muy molesta y decidió ya no seguir más, de todas maneras Dios nos bendijo  y ¡seguimos adelante!, ya que después, pudimos agrandar nuestra casa con el apoyo de todos, inclusive  de mis hermanos porque hubo un momento en que también cooperaron porque ya trabajaban.

Recuerdo también a mi abuela Josefa Tapia, ¡una mujer incansable!¡nunca se rendía!, ella llevaba las riendas de su casa, ¡ella movía todo!, tenía sus terrenos de siembra y de eso vivía. La época de cosecha era de alegría porque llegaban camionadas de maíz y todo era felicidad, tal vez en ese tiempo no conocía el término, pero ahora puedo decir, que ese, ¡era su patrimonio!

He recorrido muchos caminos y durante mis viajes ¡he visto tantas cosas!

¡Camionetas cargadas de verdura y otros insumos! y el dueño manejando, por lo regular son señores que igualmente vienen de procedencia humilde y que con un gran fatiga y penalidad, llevan el plato de comida a la mesa de sus familias.

De igual manera, constructores, comerciantes, empresarios y tanta gente que día a día se manifiesta para engrandecer su “patrimonio” y su hogar, también las mujeres trabajadoras que, no importando el frío o muchas penurias, salen a buscar la manutención de sus hijos y la suya…siempre pensando en otros antes que ellas.

Hoy entrada la tarde, al manejar mi vehículo, frente a mí, iba una camioneta pequeña y en la “batea” venía un señor de edad avanzada con un carrito de paletas y helados, mi pensamiento me hizo evocar nuevamente esa bendita palabra, “ahí va el jefe con su patrimonio” ojalá y que hoy haya tenido buena venta”…

La mayoría de la gente madura y de edad, trabaja y pone todo su empeño a diario para sobrevivir, ¡ejemplo para la juventud!

Debemos trabajar y buscar siempre un patrimonio, un legado para los nuestros y los que nos preceden.

Va pues, mi merecido reconocimiento a todos aquellos que han forjado un “patrimonio” a base de su trabajo, su valor y ánimo, porque son ellos los que mantienen de pie a este maravilloso país…¡Dios los bendiga!