El Corredor
Desde pequeño fui corredor, dicen mis padres y hermanos, que un día, siendo casi un bebé y estando en brazos de mi progenitor, mis hermanos corrían y jugaban en la casa y yo, todavía no podía caminar, ¡estaba en ese lapso!, pero eran tantas mis ansias de ver a mis hermanos jugando, que me solté de los brazos de mi padre y corrí hacia ellos, así fue, yo no gatee, no caminé, ¡corrí directamente!, ¡brinqué ese peldaño de golpe!, después de que me di cuenta de mi osada acción, lloré y me desconcerté, pero eso indicaba mis grados de arrojo y audacia.
Después, en la primaria corrí, corría en la escuela, corría jugando futbol, corría como un conejo, como un venado, pero solo corría sin rumbo, ¡no sabía a donde correr! porque no tenía un proyecto de vida, ¡era un niño!
En mi juventud también lo hacía, pero, fue en el medio militar donde definitivamente supe de mis alcances, si, ¡en el Colegio Militar! la primera vez corrí con los cadetes de segundo, tercero y cuarto año, ¡fue épico!, era un muchachito muy delgado y apenas pesaba 50 kilogramos, al iniciar el llamado “paso veloz”, apresuré, fui llevando el paso, ¡mis pulmones de joven soportaron!, llevaron por primera vez una dirección, como una veleta, pero lo hacía con la idea de que, el que llevaba el paso, en un momento se cansaría, ¡y así sucedía!, es un reto en la vida, ¡nunca cansarse! ¡nunca vencerse!
Al terminar esa actividad mi sargento me dijo: ¡Estoy impresionado contigo!, pensé que te quedarías tirado en el camino, estás muy desmejorado (llamándome por mi alias) ¡pero pudiste llegar!, acto seguido, muchas risas de los otros cadetes, pero con un respeto bien ganado, mi fuerza emocional aumentó y la confianza en mí mismo, ¡se afianzó!
De ahí en adelante, me dediqué a correr y correr, ¡ya tenía un rumbo!, un motivo cimentado porque inicié mi vida profesional, así como cuando era un bebé, corriendo.
Alcancé un récord de 31 minutos en los 10 diez mil metros y 17 minutos en los cinco mil metros cuando era Subteniente del Ejército…Pero curiosamente, mi mejor récord, son tres razones para seguir corriendo, mis queridos y amados hijos y un futuro promisorio… ¡Inigualable!
Hoy en día, sigo corriendo, no al ritmo de mi juventud, porque ya no es lo mismo, ¡pero no dejaré de correr! porque tengo mentalidad y mi corazón, ¡que nunca se cansa!…eso sí, algún día, aunque yo no lo quiera, mi cuerpo dejará de responder físicamente, pero mi alma y mi espíritu seguirán su andar…
Muchas personas no corren, no todos nacieron para correr, pero eso no impide que alcancen sus objetivos paso a paso…
¡Hay que hacerlo!
¡Nunca dejes de correr!…