“POPULISMO REMASTERIZADO”

Por EFRÉN MARTÍNEZ COLLAZO

En nuestro país hemos vivido distintas formas de gobernar y no por los partidos políticos que postulan a un candidato, sino por el estilo con el que han administrado cada gobernante que llega al poder, es decir aun y cuando provengan de una doctrina o de una corriente política, algunos se han apartado de ellas y les han impregnado en el ejercicio del poder su manera de pensar y de actuar, entiéndase esto para los tres niveles de gobierno, particularmente me referiré a la actual administración presidencial.

No es desconocido el pasado y orígenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, y no me refiero a lo académico sino al ámbito político, sus orígenes se sitúan en el Partido Revolucionario Institucional en su natal Tabasco, llegando a ser desde dirigente hasta candidato al Gobierno de su Estado, irónicamente el partido que él y sus aliados derrotaron en las pasadas elecciones presidenciales con el mayor porcentaje de votación que se haya registrado en la vida del país.

El año 1988 fue un año transcendental en el futuro político del Lic. López Obrador, ya que fue ese año en el que una escisión dentro del PRI creo la Corriente Democrática de dicho partido, a la cual se uniría en abierta oposición al sistema tradicional de imponer candidatos por dedazo, dicha corriente encabezada por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y el Lic. Porfirio Muñoz Ledo se convertiría en el Frente Democrático Nacional, el cual impulsaría la candidatura del Ing. Cárdenas a la Presidencia y al Lic. López Obrador a la candidatura a la gobernatura de Tabasco, con los finales que ya todos conocemos.

Luego de los resultados de las elecciones de 1988, y en torno a una gran campaña de rechazo y desacuerdo, el Frente Democrático Nacional se convertiría en el Partido de la Revolución Democrática, en el cual también llego a ser desde dirigente local, candidato a la Gobernatura de su Estado, jefe de Gobierno en el extinto Distrito Federal hasta candidato presidencial en el 2006.

Cabe señalar que la elección presidencial del 2006 fue la elección más polémica después de la vivida en 1988, fue quizás también la elección que marcaría la postura actual del mandatario, ya que el resultado que ya todos conocemos desemboco en toda una mega manifestación de oposición a los resultados acontecidos, fue también la implementación popular de la presidencia legitima, figura inexistente en nuestra legislación, y en sí creo que fue el nacimiento del gran caudillo.

Luego de la determinación final de su impugnación, el Lic. López Obrador volvió a emprender su tan anhelado sueño de ser presidente de este país a costa de lo que fuese, por lo que volvió a contender nuevamente a la Presidencia en el 2012, antes de renunciar al PRD debido a un gran desencuentro con su dirigencia y con su líder moral el Ing. Cárdenas, por lo que fue un frente democrático encabezado por Movimiento Ciudadano quien lo abandero esta vez,  elecciones que también perdió de la mano de Enrique Peña Nieto.

Luego de otra lucha legal por invalidar las elecciones y renunciar al frente democrático, el presidente entendería que solo pudiera ganar la elección presidencial si constituía su propio partido político, y solo si  vendiera una causa real de esperanza que unificara a las masas, por lo que fundo lo que hoy conocemos como Morena, Movimiento de Regeneración Nacional, siendo el candidato natural impulsado por el mismo en las elecciones de 2018 junto a otros institutos políticos, arrasando con la elección por el margen más amplio que se recuerde.

Es dable mencionar que Morena como es de todos conocido pregono como bandera el combate a la corrupción de todo el sistema político contrario a sus ideales, fue así que millones de mexicanos compraron ese discurso al grado tal de venerarlo como el salvador del país, el actual presidente fue intensificando sus discursos, remasterizando aquella frase de: “Al diablo las instituciones”, no es ningún ataque a su persona el decir que el presidente polarizo la sociedad entre los buenos y los malos, los liberales y los conservadores, discurso  que pensamos habíamos superado después del Juarismo.

Y es que sin duda alguna, se tiene que reconocer la habilidad e inteligencia del Presidente al capitalizar el enojo y enfado de millones de mexicanos con las pasadas administraciones y en específico con la administración Peñista por los descarados escándalos de corrupción en los que se vio envuelto su sexenio, a muchos enamoro esa lucha por reivindicar al pueblo lo robado, por otorgar pensiones a los grupos vulnerables, política que echó a andar cuando fue regente del Distrito Federal que le gano muchos adeptos.

Un hecho innegable es que la nación López Obradorista idolatra  a su líder a tal grado de perdonarle cualquier ex abrupto o cualquier acusación de el mismo o de sus colaboradores o familiares, el papel de víctima voluntaria o involuntariamente que se adjunto fue el arma más poderosa para llegar al poder, y es que hay que decirlo con todas las letras sus discursos en un inicio eran atractivos, ya en la práctica las cosas cambiaron, hoy en día muchos adeptos y seguidores han ido retirándose poco a poco por la decepción que han provocado sus actuaciones al frente del país, aunque sigue manteniendo un nivel de popularidad amplio a costa de sus pensiones a los que menos tienen, lo cual para muchos analistas representa el regreso del corporativismo y clientelismo político implementado por el PRI principalmente por los ex Presidentes Echeverria y López Portillo allá por los años 70, y que no es otra cosa más que darle al pueblo todo a cambio de controlar su mentalidad al momento de sufragar en una elección.

Y es que el Presidente acaba de sincerarse ante la opinión pública del porqué de su movimiento, hace unos días declaro que en realidad el ver por los pobres era una estrategia política para obtener el apoyo de las masas en una elección, es decir que su discurso de primero el pueblo no es otra cosa más que una política perversa que creíamos se había quedado en los años 70, política que tenemos que decir no es exclusiva de gobiernos de izquierda, sino que puede ser impulsada por gobiernos de derecha o de centro izquierda.

            De acuerdo con Hawkins y Rovira es populista todo discurso, idea o expresión que tenga tres elementos: a) una concepción maniquea del mundo, donde todo puede reducirse a una lucha permanente entre el bien y el mal; b) una concepción de “pueblo” en la que adopta la forma de una comunidad homogénea y virtuosa; y c) una élite, corrupta y viciosa por definición, en conflicto perenne con el “pueblo”.

Así pues el llamado movimiento de transformación cumple con las tres anteriores características sobre el populismo, y más aún creo que lo supera en exceso, y con esto no se calumnia a nadie, al contrario se exponen argumentos acerca de lo que está pasando actualmente en nuestro país, tampoco se trata de seguir el mismo rol que cada mañana asume el mandatario nacional acerca de que los culpables de todo sean los conservadores, los fifis, la mafia del poder, ni todo lo malo se puede adjudicar a ellos, ni mucho menos todo lo bueno a la 4 transformación, ni viceversa, en una administración nacional siempre habrá factores que dificultan el ejercicio del poder, durante muchos años en este país no se hicieron bien las cosas, se abusó del poder, pero también se crearon instituciones, se impulsaron muchos temas que hoy son una realidad, y hay que decirlo el impulso en esos temas se lo debemos a varios ciudadanos ejemplares que sacrificaron su vida por lograr construir un mejor país, y sin duda alguna creo que nos falta mucho para lograrlo, pero por eso mismo el discurso de odio o de polarización no abona a construirlo, al contrario todos necesitamos de todos para salir adelante.

Siempre será inadmisible lucrar con la necesidad del ciudadano para fines políticos, venga de quien venga, lejos de avanzar, esa practicas retroceden el camino de un país, hoy más que nunca la solicitud al presidente es que gobierne para todos y no para un solo color, no nada más para su movimiento, debemos de erradicar el mensaje de que quien opine diferente es mi enemigo y quien me adule es mi amigo.

El escenario actual del país es por demás fangoso y peligroso, entre todos los problemas que siempre atraviesa un país, yo lo dividiría en tres ejes, primero la economía del país que según los analistas no es el ideal, las tasas de interés están en su nivel más alto, la inflación no baja y el poder adquisitivo del ciudadano es raquítico, en segundo plano, se agrega la inseguridad que vive el país no solo de la delincuencia ordinaria sino de la delincuencia organizada, estados sitiados por el narco como nunca se había vivido, normalizándose cada día el cobro del derecho de piso y nulificar la libertad de tránsito por el temor a ser víctimas de hechos delictivos, y por ultimo y no menos delicado la polarización que vive el país a raíz de los discursos presidenciales, polarización que en un principio solo llegaba a los partidos de oposición, pero de un tiempo para acá se ha intensificado a tal grado de atacar constantemente a todo aquel que no opine o coincida con el movimiento, incluyendo a los otros dos Poderes, pretendiendo con ello controlar o desaparecer instituciones con el pretexto de que en el pasado servían a los conservadores, o peor aun mofarse de periodistas por ser según ello los enemigos públicos número uno.

Un ejemplo claro y de verdad preocupante es el tema del INE, el plan A y el plan B del presidente para muchos analistas no son otra cosa más que mantener el control de las elecciones, el plan A no fue aprobado por los legisladores y entonces se vino el plan B, que cómicamente alguien dijo que es lo mismo pero mas barato, es decir mientras el plan A era toda una reforma Constitucional, que incluía entre otras cosas desaparecer legisladores plurinominales, elección de consejeros del INE, maniatar a los Tribunales Electorales, el plan B es una reforma legal que implica reducir presupuestos, desaparecer unidades administrativas.

Por lo que como se ve en los dos planes el objetivo común es controlar las elecciones restándole poder al árbitro, lo cual ante la elección mas grande que se viene en el 2024 surge la preocupación de la sociedad sobre la certeza que tendrá la misma si se aprueba el plan B, cuestión que para muchos es cosa de tiempo para que el Senado la apruebe, y esto motivara a que la oposición y actores de la sociedad civil impugnen la misma, ocurriendo otra vez un desgaste innecesario en la vida pública, ojala que de verdad el país no se nos vaya como las tristes experiencias sudamericanas que adoptaron el populismo como su bandera, al tiempo.