8 de marzo, Día de la Mujer. No necesitamos un día, merecemos una vida.

Por A Opinión Magacín

“(…) Porque la vida no es ningún argumento…” Nietzsche, Friedrich.

Es extraño, y quizá solo unos cuantos empaticen conmigo, pero cuando se comienza a escribir lo que sea, sueles tener ideas definidas sobre el tema, basadas obviamente en los datos oficiales que se manejan, en lo que has tenido la suerte o el infortunio de vivir, en lo que algunos amigos te cuentan; en fin, te vas creando una postura a partir de un todo, pero a veces, luego de tanto analizar llegas a nada.

Un día de la mujer, el 08 de marzo para ser exactos y porque es necesario mencionarlo.

Es curioso que, al pensar en este tema, lo primero que me viene a la mente es cuestionarme el afán por designar un día para solemnizar lo que nos resulta importante, sobre todo en una cultura en donde conmemoramos los días “festivos” de forma curiosa, por ejemplo: el 1ero de mayo no veo a la gente trabajando más; el 10 de mayo no veo que quieran más a las mamás; el día de la independencia ni siquiera conocemos qué se debería hacer, al igual que en el día de la revolución o de la bandera.

Así, entre más lo pienso, solo cabe en mí una profunda preocupación, primero porque a pesar de que este día sí, estableció las bases para el desarrollo de la mujer; fue hace más de un siglo y en un país extranjero. Sin afán de restar importancia a la huelga donde cerca de 15 mil mujeres neoyorquinas se manifestaron para exigir menos horas laborales, mejores salarios y el derecho al voto; al día de hoy lo único que ya no pediríamos es el derecho al voto, y solo en materia electoral.

Considero entonces que el 8 de marzo es un día para que las mujeres levantemos la voz, pero también lo es el 9, el 10, el 11, el 12 de marzo y todos los días del año, porque seguimos siendo el sexo débil en la sociedad, aunque nos duela reconocerlo; seguimos siendo el sexo abusado, discriminado, ignorado todavía por una mayoría social y que es importante señalar, conformada no solo por hombres.

Atrapadas de pronto en un círculo vicioso del que cuesta trabajo salir, diariamente se reportan casos de violencia doméstica, de asesinatos, violencia sexual, acoso laboral, inequidad salarial, por mencionar algunos; sin embargo, cabe aclarar que según datos de la organización México Evalúa, usando datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU); el 99.7% de los casos de violencia sexual contra las mujeres, no son denunciados; el 88.4%  de las mujeres no denuncia la violencia doméstica y el 100% se mantiene en sus empleos mal pagados por necesidad.

¿De qué nos sirve entonces solo un día?, si se tiene que vivir 364 más con la inseguridad inherente a nuestro sexo; ¿de qué nos sirve entonces decir “las mujeres y los hombres” ?, si esto no transforma los números en nuestros recibos de pago; ¿de qué sirve entonces tener 214 mujeres como senadoras, si las mesas directivas y los cargos de coordinación los ocupan los hombres?, ¿de qué nos sirve recordar lo sucedido hace un siglo si a pocos les importa la historia?

Considero según lo veo desde mi trinchera, que uno de los primeros pasos es no dejarse comprar con un solo día, merecemos todos los días; es necesario enterarnos de la importancia que como mujeres poseemos, como género y, reconocer nuestras capacidades y limitaciones porque como seres humanos todos las poseemos.

Urge que la mujer se considere una fuerza reactiva como señalaba Nietzsche, pues solo así podremos emerger.

Es necesario que todos los días nos eduquemos en todo sentido; es necesario que todos los días nos dejemos de señalar y agredir entre nosotras; es necesario que todos los días exijamos; es necesario que todos los días vigilemos que la educación de la niñez sea sin prejuicios, pero sobre todo, es necesario que diariamente seamos críticas y no permitamos eso de comprarnos con circos baratos de una falsa equidad, para entonces lograr reconocer nuestro contexto actual en una cultura como la nuestra y en el papel que cada una vivimos.

No permitamos que solo sea el 8 de marzo una mención de las organizaciones y los medios, trabajemos por una vida que, aunque no se difunda en medios ni transforme las palabras, cada una podamos disfrutar tranquilamente, sin miedos, sin agresiones y sobre todo sin limitantes que nos permitan devenir como género imprescindible de la sociedad.

Claudia Ortiz Díaz.