El agua no es una causa social, es un recurso finito.

Por A Opinión Magacín

Por Claudia Ortiz

Frente a la ola de cambios sociales que ha traído consigo la ideología y los valores de los milenials que abarcan a los nacidos entre 1980 y el año 2000; la defensa de las causas sociales, de los derechos primordiales y de los temas relacionados con ciencia, medio ambiente, discriminación, inclusión y muchos otros más, para lograr una vida plena abordado desde el concepto de disfrutarla y no solo desarrollarse; ha generado una constante desaprobación de los estándares pre establecidos por una generación que poco a poco ha logrado adaptarse al nuevo pensamiento y a las nuevas actitudes que imperan en la sociedad.

Así entonces, surge una de las preocupaciones más expuestas, relacionada con la calidad de vida que se tendrá ante el desgaste y colapso de los recursos naturales. Jerarquizando la importancia de estos recursos, uno de los más importantes e imprescindibles por designio unánime, es el agua.

Ante esta situación, el líquido vital se ha vuelto la bandera con la que se reclama justicia e igualdad en materia de salubridad y de derechos básicos, pues es del agua, que depende la conservación de la salud, la relación de los estados de poder y sus cambios ante la globalización, así como la estabilidad y el desarrollo social, económico y personal, directa o indirectamente de millones de familias.

Sin embargo, las políticas y reformas en cuanto a distribución y monetización del agua, refieren fuertes desigualdades a pequeña y gran escala entre la sociedad, y evidencian cómo las prioridades económicas exceden las preocupaciones ambientales y por lo tanto la estabilidad social.

En el aspecto político, sí, los recursos ambientales son uno de los puntos que encabezan la lista de prioridades; sin embargo, esto no significa que por eso se atienda a la par de su deterioro; en materia académica las ciencias duras, tecnológicas y sociales han aportado con investigaciones para tomar decisiones en torno al futuro del agua y por lo tanto del medio ambiente y de la humanidad. En materia social, la concientización no ha logrado permear en la sociedad como se esperaría, pues sigue siendo una brecha importante la disponibilidad del agua para el consumo humano frente al volumen que existe para cubrir esta necesidad, tomando en cuenta que hablamos de un recurso natural no renovable.

Resulta entonces, particularmente notable que desde el año 1992 que las Naciones Unidas sobre el Ambiente y el Desarrollo (UNCED), aceptaran en una conferencia, el hecho de que el agua es un asunto de interés prioritario, en lo local y en lo global; se siga permitiendo que el sector privado incremente día a día su participación en proyectos hídricos para lucrar a través de este recurso que no debería pertenecer a nadie.

Los reclamos ante estas situaciones de privatización en donde se designa a un particular para el servicio de suministro y saneamiento, en la venta de espacios a empresas trasnacionales que afectan el subsuelo hasta incluso llegar a aguas fosilizadas, la volatilidad política y las decisiones tomadas referentes al tema del agua, la contaminación a través de las diversas fuentes en el agua dulce y salada, el uso inadecuado y excesivo de empresas que se surten del agua para engrosar sus bolsillos y, por supuesto la irresponsabilidad de la ciudadanía en su consumo para quehaceres de su vida diaria; se incrementan a través de asociaciones civiles, gubernamentales y privadas que buscan impulsar una cultura de respeto al medio ambiente.

Entre las varias campañas de concientización se exponen hechos catastróficos reales o hipotéticos; por ejemplo, que dentro de 20 años uno de cada dos hogares en el planeta, podría sufrir algún grado de afectación significativo derivado del desabasto del agua; o el dar a conocer que hoy en día muere más gente por falta de agua o por su mala calidad que por las guerras que aquejan al mundo, también, que cerca de 25 000 personas mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua no tratada. Abordado entonces desde esta perspectiva, es clara la decisión de que el agua sea el estandarte de las personas ante el declive ambiental y social que se vive, pues así se aprecia claramente, el hecho de que el agua es un recurso finito y que es responsabilidad de los gobiernos, las empresas en todos niveles y la población, preservar este líquido y protegerlo como si de eso dependiera nuestra vida, porque así mismo lo es.